SENTIDO DE LA OPORTUNIDAD

Una de las virtudes más apreciadas es la de la puntualidad, que no es otra cosa que hacer lo debido en el momento preciso, ni más temprano ni más tarde. Llegar también a la hora de las citas e invitaciones y retirarse en tiempo adecuado, lo cual también es aplicable a todo tipo de diligencias, debiendo los citados tomar sus precauciones por los imponderables, a efecto de no llegar con retraso.
El don de la oportunidad también es de tenerse en cuenta, puesto que pudiéndose hacer determinadas actividades hoy, mañana o pasado, hay que determinar cuándo es más conveniente.
Como ejemplo de lo último expuesto, podríamos recordar la presentación del gabinete ministerial al Congreso, a fin de exponer su plan de gobierno y solicitar el voto de confianza. El país estaba por decirlo coloquialmente “en llamas”, había movimientos violentistas que querían llevarnos al caos, pero los ministros lejos de estar atendiendo ello que era lo urgente, estaban en el Congreso recibiendo hasta expresiones indebidas de algunos parlamentarios malintencionados.  Lo lógico debió ser la postergación de la sesión pues aún no vencía el plazo para la comparecencia.
La misma falta de oportunidad la vemos en otras actuaciones parlamentarias, así como también del Ministerio Público y del Poder Judicial. Si bien es verdad que es un derecho y a la vez obligación parlamentaria la de ejercer el control político de todas las actividades del Estado, para lo cual puede hacer investigaciones de todos los asuntos de interés público, ello debe hacerse con criterio de oportunidad, pues no tiene mucha lógica estar citando a un ministro a informar el día de hoy, cuando está atendiendo un grave conflicto social.  Bien se le puede citar para otro día y no pasó nada, pero no perturbar las actividades funcionales que debe atender con prioridad, sea por la urgencia o sea por la gravedad de los hechos.
Lo mismo podríamos decir del Ministerio Público y Poder Judicial, que abren investigaciones, necesarias por cierto, pero inoportunas, cuando hay actos de violencia que la Policía, con o sin apoyo de las Fuerzas Armadas debe repeler, y no decimos “reprimir” como se quiere inducir a pensar a la población, desde ciertos medios de prensa que parecería que lo que quieren es que el país se desangre.
Hay que hacer las tareas que corresponda con sentido de oportunidad y no interferir en las acciones sea de mantenimiento o recuperación del orden público, que son preferenciales.
Cuando se hacen denuncias indebidas, deben ser rechazadas y de ser admitidas deben ser procesadas con diligencia, pero insistimos, sin perturban las acciones funcionales de las autoridades competentes que son prioritarias. 
Aprovechamos esta columna para insistir, en que la Policía tiene que cumplir con sus obligaciones y para ello debe estar armada, pues no puede conocer de inicio, con qué armamento cuentan los vándalos que tanto daño hacen, bajo supuestos propósitos de legítimos reclamos, que no siempre lo son ya que a veces son solo excusas o pretextos para generar zozobra en nuestra patria.

Antero Flores-Araoz
Antero Flores-Araoz
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