ECONOMÍA: ENTRE LO TANGIBLE E INTANGIBLE

El hecho de no ser economista, no impide ser observador del manejo económico, tanto del sector público como del privado y, por ello, tener una percepción lo más cercana a la realidad sobre la materia, así como tener conocimiento de lo que requieren los emprendedores para apostar por el país utilizando sus recursos financieros con riesgo calculado. Esto último tanto por haber desempeñado funciones públicas como por la práctica profesional abogadil en el campo del Derecho Empresarial y la participación en directorios de corporaciones de diversa índole.
Una de las percepciones de mayor calibre, es la relación existente entre el manejo económico del aparato estatal con el del sector privado, pues este último está atento al comportamiento del primero para arriesgar calculadamente sus capitales.
La atención en la conducción de la economía del Estado, se fija entre otras cosas, en la independencia que debe tener el Banco Central (BCRP) y la Superintendencia de Bancos (SBS), respecto al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que sin dejar de coordinar deben ser celosos en su autonomía.
Otro de los puntos de atención del sector privado respecto al público, es si este segundo se maneja técnicamente y, además, con prudencia en el gasto corriente, privilegiando la inversión y, que se cumplan con las disposiciones de los tres instrumentos destacables del manejo fiscal, como son las leyes de presupuesto, de endeudamiento y de equilibrio financiero, aunque sin olvidar el marco macroeconómico multianual, el profesionalismo de los actores públicos y su compromiso ético para desterrar la corrupción.
Desde la orilla del sector privado, este requiere de condiciones tangibles e intangibles para su participación activa en la economía, haciendo inversiones que generen trabajo y este a su vez el bienestar y la elevación del nivel de vida de la población.
Las condiciones tangibles son dos principalmente, una es el manejo técnico y profesional de la economía del sector público y la inexistencia de conflictividad social, o por lo menos que, si la hay, el Estado actúe con correctivos en forma oportuna y seria. Nadie arriesga lo suyo o lo que le confían, en un ambiente social hostil, que haga peligrar los emprendimientos.
En cuanto al componente intangible, la confianza es vital. Si es que no hay confianza en la conducción del país, lo primero que sufre es la inversión, la cual desaparece con su importante función de crear trabajo, lo que a su vez hace que el Estado se torne populista para aliviar la situación precaria de la población, pese a saber, como decía un exitoso ministro de economía “que no hay lonche gratis” y que el dinero se acaba. A esto último habría que agregar el perspicaz dicho del ex presidente del Congreso, Roberto Ramírez del Villar, en el sentido de que el órgano más sensible del empresario es la billetera.
Al nuevo gobierno le toca la tarea de actuar con profesionalismo en el manejo económico, rodearse de colaboradores de altas calificaciones y acrisolada honradez, si es que quiere generar estabilidad y confianza, requisito básico para el desarrollo económico.

Antero Flores-Araoz
Antero Flores-Araoz
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